Quien perderá la propia vida mortal, encontrará la Eterna Vida Inmortal

Quien perderá la propia vida mortal, encontrará la Eterna Vida Inmortal

Quien perderá la propia vida mortal, encontrará la Eterna Vida Inmortal

El Salvador dijo: “Mi Reino no es de este mundo” y además añadió “Es bueno para vosotros que yo me vaya… allí donde yo voy, por el momento, no podéis venir”.

Jesús habló así porque las criaturas estaban aún demasiado concentradas en la separación, convertida en una madriguera de fuerzas ilusorias y engañosas.

Los corazones de los grandes Sabios piden a las propias fuerzas, ligadas a este mundo, liberarse de esta prisión y elevarse para volar allá donde Jesús-Amor ha preparado un lugar para todos los corazones de Buena Voluntad.

Jesús nos insta a amarnos con el Amor del Padre: el Amor del Padre es Cristo.

El Amor está compuesto por infinitos rayos: amar es trabajar, es rezar con el silencio, es liberar al Salvador que se ha hecho esclavo de nuestras fuerzas.

El Amor es el Océano sin principio y sin fin, es la Vida de la Vida, el Amor es la Vida de la muerte.

Amar es transformar la propia debilidad en fuerza, la propia enfermedad en salud, es querer buscar siempre la Verdad para transformar cada falsedad.

Cada palabra manifestada en la Verdad es un Ángel de Luz que vuela en el Reino del Amor. La fe en la Verdad mueve las montañas de los obstáculos y de las enfermedades, la fe abre todas las puertas cerradas y en ella está la Vida Inmortal.

Gracias Cristo Padre, gracias Cristo en Jesús, Tú, en nosotros te has hecho Hijo Salvador.

Gracias Cristo Espíritu Santo, Te has hecho Espíritu de Luz, entrando en nuestra oscuridad y en nuestra materia, para transformarnos en Criaturas Espirituales.

En Jesús, has aceptado la injusta condena a muerte, has aceptado las torturas, la flagelación, la corona de espinas y la derrota. Has caído tres veces bajo el peso de la injusta cruz y por tres veces te has levantado para nuestra Salvación, donándonos la posibilidad de levantarnos con las fuerzas del cuerpo, del Alma y del Espíritu.

Nunca has pedido justicia para todos aquellos que te han torturado, ni para quien que te ha traspasado el Corazón con una lanza, ni para quienes que te han agujereado con muchas otras lanzas como son la falsedad y la traición,ni para quien que te ha traicionado habiendo incluso comido contigo y asistido a curaciones y milagros, con el fin de ser iluminado y poder conocer la Verdad.

Una parte de estos discípulos después de haber sido iluminados y haber conocido la Verdad, han elegido seguir las fuerzas de la mentira y a la llamada del Triunfo de la Vida han preferido seguir experimentando nuevos sentimientos, para seguir los propios instintos y perseguir una vez más las experiencias de la tradición.

El Hombre de la Verdad es rechazado, traicionado y condenado; las fuerzas de este mundo exclaman: “No lo conocemos y no lo queremos conocer”.

Jesús nos recuerda que la criatura recoge todo aquello que siembra y además nos renueva la exhortación: “Quien no dejará padre, madre, hermanos, marido, mujer e hijos, no podrá seguirme”.

Quien perderá la propia vida, encontrará la Verdadera Vida; la Vida del Verdadero Amor.

Nadie es padre, puesto que sólo Uno es el Padre; nadie es hijo, hermano, marido o mujer: sólo la Verdad es todo en todos.

La mentira es lo contrario del todo pero puede ser transformada en Verdad de Amor, gracias a la

Preciosísima Sangre de Cristo Padre

que se dona a la sangre creada que ha seguido a la separación.

Con el corazón, con el Alma y con el Espíritu, damos las gracias al Salvador Jesús y pedimos que la sangre creada sea regenerada en la

Preciosísima Sangre Generada en Cristo Padre

Scorzé 1 julio 2007